El abochornante legado musical del siglo XXI


Si hablamos de música, nadie es capaz de precisar su origen. Aunque se han encontrado flautas talladas en huesos de más de 40.000 años de antigüedad, entraríamos en el eterno debate de qué es música. Su definición ha ido cambiando con el paso de los siglos y si tenemos en cuenta la que nos dice que "es el arte de crear sonidos y silencios respetando los principios fundamentales de armonía, melodía y ritmo", acabaríamos llegando a la conclusión de que la mayoría de las aberraciones con las que nos topamos actualmente no podrían ser catalogadas como tal. Pero sobre eso tendremos tiempo de hablar más adelante...

El concepto de música tiene su procedencia en la Antigua Grecia. Toma el nombre del término "mousike", que se refería al arte que las nueve musas creaban. La música fue un elemento social y cultural muy relevante en aquella sociedad griega, pero ya había tenido con anterioridad especial protagonismo en el Antiguo Egipto y en las culturas asiáticas. Posteriormente, en la Antigua Roma, la música se convertía en un acompañamiento ideal de cualquier tipo de espectáculos y en la Edad Media comenzó a extenderse dentro de la Iglesia Católica, que se convertiría en un mecenas importante de la música durante el Renacimiento

Si nos trasladamos a la era barroca (1600-1750), Europa viviría la creación de las primeras óperas y la aparición de algunos de los compositores más sobresalientes de la historia como Johann Sebastian Bach, Vivaldi o Händel. La evolución de la música continuó durante la era clásica (1730-1820), en la que comenzaron a desarrollarse conciertos públicos, en su mayor parte financiados por la aristocracia. Algunos de los compositores más destacados del clasicismo fueron Wolfgang Amadeus Mozart, Haydn, Ludwig van Beethoven o Schubert. Beethoven y Schubert también formaron parte de los inicios del Romanticismo (1810-1900), época en la que la Revolución industrial jugó un papel muy importante al mejorar la producción de los instrumentos y en especial del piano. Chopin, Mendelssohn o el español Isaac Albéniz fueron algunos de los compositores más significativos del Romanticismo. 




Entramos en el siglo XX, en el que la música vivió una notable transformación y Estados Unidos comenzó a ganar terreno a la vieja Europa. El desarrollo de la radio y los discos ampliaron la cobertura de la música, llegando a casi cada rincón del planeta. La expansión del jazz le llevaron a ser el género hegemónico durante la primera mitad de siglo, cediendo su lugar al rock y al pop durante la segunda mitad. 

El rock tiene sus raíces en el rock and roll de los años 50 en Estados Unidos, influenciado en gran medida por el blues y el country. Durante esa década tuvieron especial relevancia Elvis Presley o Chuck Berry. La continua evolución del género acabó dando origen a diversos subgéneros y a la llamada "Invasión británica" en los 60, con la llegada a la fama de grupos como The Beatles, The Who, The Rolling Stones o The Kinks. Durante esta década aparecieron también Leonard Cohen, Jimmy Hendrix o Cream con el guitarrista Eric Clapton. Al mismo tiempo que el rock crecía, el pop trataba de hacer lo propio. 

Los años 70 supondrían la aparición del heavy metal con las bandas Black Sabbath, Deep Purple y Led Zeppelin. A ellos les seguirían otras como Kiss, Scorpions o Judas Priest y asistimos también al nacimiento de bandas emblemáticas como Queen, Iron Maiden, AC/DC o los innovadores Van Halen. El punk vivió su momento álgido con The Ramones, Sex Pistols o Misfits. 

Los 80 se destacaron por el éxito del pop-rock de grupos como Tears for Fears, Duran Duran o Bryan Adams. En esta década se configuraron algunas de las formaciones más importantes de la historia del rock y del metal como Red Hot Chili Peppers, Bon Jovi, R.E.M., U2 o los 4 gigantes del thrash metal (Metallica, Slayer, Anthrax y Megadeth). Mientras tanto, el pop continuaba ganando terreno con el éxito de Michael Jackson o Madonna. Podemos considerar la década de los 80 como la más icónica, grabando un recuerdo inolvidable para la gente que la ha vivido y provocando que más de uno se haya quedado estancado en ella. 




En los 90, la electrónica irrumpió con fuerza, rivalizando con el pop y el rock por una posición dominadora en la música. Su éxito se vio limitado a los más jóvenes, aunque sus inagotables fusiones crearon nuevos estilos que conquistaron a todos los públicos. Ésta fue la década de la consolidación del grunge con Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden o Alice in Chains entre otros, aunque su fama acabó siendo efímera. Nacía el britpop en Reino Unido con Oasis, Blur o Radiohead como algunas de sus bandas más representativas mientras en Estados Unidos triunfaba el pop punk de Blink-182, The Offspring o Green Day. Korn desarrolla el nu-metal en América y Suecia vive la época dorada del death metal melódico. El pop comenzó a copar las listas de éxitos con artistas como Céline Dion y Whitney Houston, a la vez que se comenzaba a vislumbrar los primeros vestigios de la degeneración de la música comercial con la abrumadora notoriedad alcanzada por bandas como Backstreet Boys o las Spice Girls.

Con la llegada del nuevo milenio cerramos el repaso a la historia de la música, ya que la aparición del reggaeton acabó eclipsando todos los géneros habidos y por haber sumiendo el mundo de la música en un pozo negro del que parece nunca salir. El pop comenzó a empequeñecerse y a ceder todo su terreno a esta nueva oleada de señores de dudoso talento que basaban su "obra" en desagradables balbuceos inflados de autotune sobre una base rítmica repetida en bucle, acompañados de fina lírica digna de un poema de Gustavo Adolfo Bécquer. Si en un principio todo el reggaeton provenía de centroamérica, su gloria se fue extendiendo como una urticaria por todo el globo terráqueo. 

Con el paso de los años, el reggaeton se ha ido depravando hasta límites insospechados llegando a las monstruosidades que hoy nos perturban en la mayor parte de emisoras de radio. Los productores musicales han encontrado la gallina de los huevos de oro, descubriendo una forma de enriquecerse con la ley del mínimo esfuerzo. Y es que la música no es más que una representación de la sociedad, una sociedad actual que se ha acostumbrado a tragar con lo que le echan sin pararse a pensar o analizar lo que están deglutiendo. A menudo se suele criticar a los camándulas que nos aniquilan martillo, yunque y estribo sin detenerse a analizar que su celebridad se debe a quienes les escuchan y eso nos lleva a reflexionar sobre la cultura musical que se está impartiendo en los últimos años. Si hemos llegado a un punto en el que un alto porcentaje de personas defienden semejantes atrocidades significa que durante años se ha ido descuidando la formación musical en los colegios, algo que impide que los más jóvenes sean capaces de juzgar con un mínimo de criterio una composición musical. Y como suele pasar en estos tiempos, las conductas de los adolescentes acaba siendo copiada por los padres afanosos de estar a la moda, nublando en muchos casos su sensatez. Cierto es que se dice que sobre gustos no hay nada escrito y que para gustos colores, pero el reggaeton es ese rosa chicle que no debería tener cabida en ninguna paleta de colores.

La supremacía del reggaeton y sus derivados en estos momentos lleva a sus detractores a la conclusión de que la música actual es de mucha peor calidad que la de décadas pasadas, algo que desde mi punto de vista es completamente erróneo. Creo necesario puntualizar que a pesar de que la música comercial actual es incuestionablemente muy inferior a la de otras épocas, existe una fuente inagotable de artistas ingeniosos que buscan abrirse paso, a pesar de que suelan encontrarse con una puerta cerrada con candado. Es posible que nunca haya habido un número tan elevado de músicos talentosos como tenemos en la actualidad, pero el principal problema es que la odisea de vivir de su arte es cada vez más dura. 

Para terminar, os pediría que os detuvierais a pensar sobre iconos de la música de siglos o décadas pasadas y es probable que si lo hacéis, vuestra mente reproduzca fragmentos de obras de Beethoven, Mozart, Louis Armstrong o Frank Sinatra. Aunque mi deseo sería que un chico de un futuro lejano recordara mi generación por las composiciones de genios como John Petrucci, Steve Vai, Joe Satriani o Mark Tremonti, en su mente aparecerá la imagen de un titiritero con peinado de Forrest Gump, ataviado con chándal y camisetas de tirantes farfullando frases ininteligibles y carentes de sentido. 



Aunque sea pesimista sobre el futuro de la música, sé que seguiré disfrutando con esos pequeños artistas que continúan peleando día tras día por cumplir su sueño de convertir su pasión en su profesión.



Alberto G. Balo

Soy Alberto, 34 años. Vivo en una pequeña ciudad gallega. Técnico superior de comercio y marketing dedicado a otros menesteres. Combino en este blog dos de mis pasiones, escribir y el metal.

2 Comentarios

  1. Te doy la razón. Espero que nuestra labor como blogueros de música aporte los granitos de arena para animar la buena música.

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    1. Gracias por pasarte Federico. Ojalá sirva de algo nuestro esfuerzo. :)

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