Resurrection Fest 2022: Fin de ciclo



El Resurrection Fest nacía en el año 2006 como un sueño cumplido de dos amigos empeñados en traer a su grupo favorito, Sick Of It All, a Viveiro. Después de 16 años, su decimoquinta edición ha finalizado dejando más dudas que nunca sobre su futuro. Aunque originalmente tenía previsto realizar una pequeña crónica acerca de lo sucedido durante mi estancia en el municipio lucense, he decidido escribir un artículo dando mi opinión sobre la situación en la que queda el festival gallego tras el desastre ofrecido.

Las fechas en las que se celebra este evento estaban siempre marcadas en mi calendario como mis tres o cuatro días de vacaciones, tiempo que utilizaba para abstraerme y disfrutar de buena música rodeado de gente extraordinaria de todas partes del país o incluso del extranjero. Eran días para ver a algunas de mis bandas favoritas, para reencontrarme con amigos a los que solo veo en Viveiro, para tener la ocasión de intercambiar algunas palabras con artistas y para conocer a gente nueva con la que compartir buenos momentos. Sin embargo, la organización del Resurrection Fest ha considerado oportuno tirar todo por la borda haciendo gala de una prepotencia, falta de respeto y ausencia de autocrítica que podrían acabar lamentando. Esta edición parece indicar el fin de un ciclo de éxito que les llevó a ser un festival referente en España y respetado en Europa. Todo el duro trabajo que habían realizado para llegar a la cima se han encargado de dilapidarlo con la política más que cuestionable del todo vale para ganar dinero. 

Como viene siendo habitual en los últimos años, las entradas para la edición de 2020 se agotaban en horas antes de tener conocimiento de las bandas que visitarían la parroquia de Celeiro. Como siempre, confiamos en ellos. Meses más tarde se cerraría un cartel en el que estarían grupos de la talla de Korn, System of a Down, Judas Priest, Killswitch Engage, Meshuggah, Of Mice and Men, Amon Amarth o Heaven Shall Burn. A principios de 2020 estallaba la pandemia de coronavirus en el mundo y el festival debía aplazarse. Nos pidieron que conserváramos las entradas y confiamos en ellos. Llegó el momento de concretar fechas para 2021 y debido a las primeras cancelaciones, el cartel cambiaba ligeramente entrando Sabaton por Amon Amarth, Deftones por Judas Priest, Bullet for My Valentine por Killswitch Engage, Emperor por Meshuggah o Spiritbox por Of Mice and Men entre otros. El Covid seguía muy presente y la organización se vio obligada a posponer un año más el show. Nos volvieron a pedir que conservásemos nuestro abono y confiamos en ellos. 2022 estaba a la vuelta de la esquina y con él, un nuevo cartel con más cambios. Nos olvidábamos de System of a Down, de Code Orange o de Emperor, que dejaban su lugar a Bring Me the Horizon, a Avenged Sevenfold, a Rise Against y a Judas Priest. Confiamos en ellos. Meses antes de su realización Avenged Sevenfold se bajaba del carro y la organización apostaba por Gojira como cabeza de cartel. A pesar del revés, confiamos en ellos de nuevo. Finalmente y tras mucho tiempo de espera, el Resurrection Fest iba a celebrarse no sin antes sufrir cancelaciones de última hora como las de Rise of the Northstar, Sylosis, Madball o Spiritbox. A todo esto debemos añadir que mucha gente tuvo que conservar su entrada a pesar de no poder o no querer asistir debido a que la última oportunidad de devolución la habían ofrecido meses antes durante unos días. Salimos hacia Viveiro confiando en ellos. Fue entonces cuando todo comenzó a derrumbarse, ya que nada más llegar pudimos comprobar que los precios de la bebida y comida eran prohibitivos debido a la estrategia de cobrar todo con moneda propia, los "tokens". De esta manera se permitieron la desfachatez de cobrar cervezas a 3 euros, hamburguesas a más de 10 o pequeños platos de arroz a 9 euros (entre otras muchas locuras). No contentos con eso eliminaban el mercadillo en donde podías comprar merchandise de grupos, ropa o abalorios de todo tipo, quedando como tu única opción su puesto oficial. Para este obsceno ejercicio recaudador contaron con la ayuda de buena parte de los hosteleros de la zona, cuyo objetivo parecía ser recuperar en una semana lo que habían dejado de ganar en dos años. En cuanto a las actuaciones, los constantes cambios de horario te obligaban a estar atento a sus redes sociales cada mañana si pretendías hacer un planning para el día y no perderte ninguna de las bandas que esperabas ver, ya que cada día alteraban completamente el horario estipulado. La debacle empezaba a gestarse el viernes, cuando se anunciaba que por problemas en el aeropuerto Korn tendría que adelantar su actuación del domingo a las cuatro de la tarde. Esto no fue más que un preludio de lo que sucedería el bochornoso día final, que comenzaba con la noticia de la cancelación del espectáculo del principal cabeza de cartel a escasas horas de su actuación por "problemas logísticos". Mucha gente cogió el coche para regresar a su casa sin siquiera asistir al último día decepcionados y enfadados. El domingo acabaría siendo un día de funesto recuerdo para los que nos congregamos en el recinto viendo como mareaban a las bandas y por consiguiente a los espectadores. Mind Driller, banda que abría el día, tuvieron que esperar durante media hora para comenzar su actuación de 25 minutos después de un viaje de casi diez horas en furgoneta desde Barcelona. Bring Me the Horizon pasaba a cabeza de cartel y Angelus Apatrida tenía que sufrir las felonías de la organización en su afán de satisfacer los caprichos de una pandilla de inmaduros y sinvergüenzas acostumbrados a pisotear a quien sea posible con tal de engrandecer su ego. Los británicos exigían comenzar cinco minutos antes por lo que Angelus Apatrida serían silenciados cuando estaban tocando su último tema. La rabia y la tristeza de la banda albaceteña sería todavía mayor al ver como Bring Me the Horizon tardaba más de 6 minutos en dar inicio a su actuación y la daba por finalizada quince minutos antes del tiempo del que disponían. Era la guinda perfecta al abochornante espectáculo ofrecido por una organización deplorable. 

Toda la confianza depositada en ellos se ha ido al traste y es que después de mucho tragar, somos muchos los que ya hemos dicho basta. El Resurrection Fest se ha instalado en un enfermizo victimismo que poca gente se traga a estas alturas. En ningún momento han valorado la opción de pedir perdón o de hacer autocrítica de sus innumerables errores, ya que ellos siempre son los perjudicados y la culpa siempre es de los demás. Su falta de transparencia nos lleva al cuento de Pedro y el lobo, puesto que cualquier cosa que digan ya no será creíble aún pudiendo ser cierta. Por sus redes sociales sigue sin aparecer ninguna disculpa, pero sin embargo podemos observar un nuevo acto de maldad lanzando un comunicado presuntuoso intentando dejar en mal lugar a Angelus Apatrida por haber expuesto a sus seguidores lo que había acontecido durante su espectáculo. 

El último día del festival solía ser un día triste para mí, sabiendo que el fin se acercaba y debía regresar y dejar atrás Viveiro. Estos facinerosos han logrado algo que me resultaba impensable y es que lo único que sentía el domingo eran ganas de que todo se terminara de una vez y pudiera emprender camino a casa. Con un poco de tiempo para digerir todas esas sensaciones que han ido presentándose, puedo ver las cosas de una forma más sosegada. Hoy por hoy me parece inviable volver debido a la total falta de confianza hacia sus organizadores. La sensación de impotencia que me corroe me hace pensar que para mí el Resurrection se acabó, aunque nunca podemos dar nada por definitivo. Con respecto al festival, los próximos meses deberían ser claves para su futuro aunque solamente veo dos posibilidades: La primera nos llevaría a un descenso considerable de asistencia en próximas ediciones, lo que acabaría por hacer menguar al RF mientras que la segunda sería un nuevo sold out, significando que al igual que la política en este país da igual lo que le tiren encima al pueblo que ellos tragarán. 

Para ir terminando, quería dejar claro que la gran mayoría de las bandas participantes han cumplido con creces presentándonos inolvidables momentos. He tenido la suerte de deleitarme con las actuaciones de Heaven Shall Burn, Aphonnic, The Raven Age, Mind Driller, Gojira, Mastodon, Blaze the Trail, Caliban, Deadly Apples o Dagoba entre otros. El Resurrection Fest eran los grupos que lo componían, la gente que paseaba por el recinto con la mejor de sus sonrisas, el encantador pueblo de Viveiro, su valioso y agradable equipo de seguridad y el sentimiento de familiaridad que reinaba en el ambiente. Su organización se lo ha cargado. Ojalá me equivoque y con el tiempo sepan reconocer sus errores y el festival vuelva a ser lo que siempre fue, pero ahora mismo es algo que veo muy lejos. Este año vi muchos espacios vacíos, mucha gente en redes ofreciendo gratis sus entradas para que no se perdieran y un incremento de la edad media de los asistentes debido al éxodo de los más jóvenes al sentirse estafados. Al final, se han quedado el dinero de las entradas, el dinero de los seguros por cancelación, el dinero de sus abusivos precios y sin una sola disculpa o compensación. El tiempo dirá si esto les ha compensado.
Alberto G. Balo

Soy Alberto, 34 años. Vivo en una pequeña ciudad gallega. Técnico superior de comercio y marketing dedicado a otros menesteres. Combino en este blog dos de mis pasiones, escribir y el metal.

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